Capítulo 1: Color rosa

Los planos de la casa descansaban en la mesa de café negra junto a los papeles de la escritura de su nuevo hogar. El piso había sido modificado como la joven había querido, aunque todavía los muebles antiguos se mezclaban con los nuevos por el poco presupuesto de su nueva inquilina. 

Helia tuvo suerte, a pesar de que el piso tenía muchos años era lo suficientemente grande como para poder darse los caprichos que había soñado desde que era niña. Tuvo que emplear todo el dinero que había ahorrado para realizar algunas reformas y transportar los muebles de la casa que había compartido con su ahora expareja. 

Las dos habitaciones donde habían crecido su madre y su tía, ahora funcionaban como gimnasio y vestidor. Toda la cocina fue sustituida junto con los muebles de la habitación principal. Gracias a la venta de todos los bártulos que se amontonaban por la casa inservibles, pudo comprase un futbolín y una máquina recreativa.

Blin, Blin, Blin...

Ese ruido melodioso indicaba a la joven que sus clientes estaban donando dinero. Con cada sonido su sonrisa se agrandaba y aumentaba así la picardía de su show en aquel sofá crema de su nuevo salón. Helia no recuerda a ciencia cierta cuando comenzó a trabajar como modelo de web cam, pero jamás se habría podido imaginar que iba a embolsarse tanto dinero gracias al sexo.

Llevaba su peluca larga de color rosa a juego con sus lentillas, y una máscara de encaje negro tapaba un poco su rostro. Iba muy maquillada: pestañas postizas, eyeliner, colorete, labios rojos... Gracias al chat podía comunicarse con sus clientes de siempre donde realizaban sus peticiones, como por ejemplo, que la joven enseñara las plantas de sus pies o se masturbara con uno de los juguetes que tenía guardados en una caja blanca.

Un gemido estridente dio por finalizada la rutina laboral de ese día (aunque estaba claro que no había llegado al orgasmo). Desenchufó la cam (que se encontraba junto al portátil en la mesa de café clara) después de despedirse por chat de sus habituales clientes, y yendo a las opciones de su usuario, decidió que ya tenía una cantidad de "mokis" suficientes para traspasar a su cuenta.

Los "mokis" es el dinero virtual utilizado por la página donde nuestra joven trabaja. Cada "moki" equivale a un dólar estadounidense, por lo que las modelos deben intentar con su show atraer a la mayor población posible para conseguir el suficiente dinero virtual como para llevar una vida estable. Es sorprendente todo el dinero que se mueve gracias a esta moneda, ella no comprendía del todo porque sus clientes no podían pagar directamente con su dinero ya que era un engorro tener que estar cambiando todo el rato de divisa, pero poco le importaba, hoy como muchos otros días había ganado dos mil euros.





Estaba comenzando a volverse loca. El silencio de la casa era tan pesado que ni siquiera la televisión o la música podía vencerlo. Era un silencio de esos que hablan, que contiene secretos y misterios. Helia no sabía que el mundo estaba comenzando a moverse, que era un engranaje pequeño de esos que parecen no tener importancia pero que en realidad consiguen que todo se mueva, que todo comience.

Sus ojos grises sin esa mirada plastificada de color rosa se movían por la oscuridad de la habitación. No le agradaba del todo tener que dormir en el cuarto donde murió su abuela, y aunque ella siempre había destacado por ser una persona valiente, estaba segura de que en el dormitorio algo no funcionaba correctamente.

Encendió la luz y se sentó en silencio en la cama. Comenzó a jugar con un mechón de su pelo castaño claro (esto la tranquilizaba) y consiguió que su corazón palpitante empezara a hacer su labor de forma más tranquila. Calmada, decidió volver al salón y leer algún libro para despejar su mente de inexistentes fantasmas. Al llegar a la estancia, una puerta cerrada que conducía al trastero de la casa incitaba a la joven a encontrar su llave. Ella sabía que tenía que pasarse un día de estos por la comisaría para que un conocido de su difunta abuela le entregara la clave de ese misterio, su abogado ya le advirtió que ellos no la tenían y debía preguntar por un tal Francisco que trabajaba desde hace años como policía.

CRASH

Sonó como si algo de porcelana se rompiera a través de esa puerta de madera. El sonido del llanto de un niño inundó toda la casa. Incrédula, comenzó a perseguir la llorera que parecía encerrada en ese cuarto. Posó una de sus orejas en la envejecida madera y el ruido cesó. Lentamente se dio la vuelta y decidió que necesitaba descansar, que estaba empezando a desvariar.

Una muñeca de porcelana estaba de pie en medio del salón, llevaba el pelo recogido en dos trenzas, sus ojos se movían. Comenzó a llorar.


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