La Dama del Cuervo

- ¿Estoy soñando Viento? 

Una brisa fría acariciaba su piel con lamento, Fayna se encontraba tumbada en un suelo de piedra húmedo. Sus ojos todavía no se habían adaptado a la oscuridad que la envolvía, y asustada, intentaba aferrarse a su amigo incorpóreo que como siempre, jugaba a descolocar su melena. Hacía mucho tiempo que no había sentido miedo, y eso conseguía que este se entremezclara con el fuego de una antigua traición.

Pasó el tiempo muy despacio, y poco a poco, pudo observar que se encontraba en una especie de ruinas, donde una bóveda de cristal envejecida, dejaba que las luces de las estrellas y el rielar de la luna la acompañaran. Comenzó a examinar con más detenimiento la sala, y la única vida que pudo sentir, era la de un cuervo que custodiaba una figura hecha de madera que representaba a una mujer. La estatua no tenía rostro, pero sujetaba una pequeña daga que apuntaba a su vientre.

Fayna -dijo Viento en susurros-. Hubo una vez, una vez que no tuvo que ser, donde también todo se redujo a cenizas, pero en la que se levantó un gran manto negro lleno de plumas.

- Viento, noto a las estrellas intranquilas, ¿a caso esto es un sitio maldito? -preguntó Fayna obviando la enrevesada historia que su amigo le había relatado.

El cuervo que se encontraba encima de esa extraña dama, se posó en su hombro, Fayna sintió un horrible dolor en su vientre, y el llanto de un niño se hizo ecos en el aire. La figura de madera poco a poco empezó a cobrar vida, dejando entrever la figura de una dama con el vientre ensangrentado que llevaba una gran capa hecha de plumas negras, y por más que lo intentase, Fayna no era capaz de fijarse en su rostro, su mirada siempre se dirigía a la daga que estaba dejando un rastro de sangre mientras la aparición se dirigía andando poco a poco hacia ella. 

Una fina lluvia rompió los lloros de aquel niño que perturbó a Viento, y la dama se dispuso a hablar:

- ¿Quién es aquella qué viene a perturbar mi descanso? -su voz era una dulce melodía con tonos melancólicos. 

El cuervo echó el vuelo y se colocó en el hombro de la mujer que había cobrado vida, Fayna algo exhausta, se levantó, y con la palma de su mano mirando hacia el cielo, comenzó a formar en sus dedos una extraña bola de aire.

- Yo... -contestó Fayna risueña-, solo soy la mejor amiga de Viento.

Tras decir eso, y todavía sintiendo punzadas de dolor en su vientre, dirigió su palma a la dama. Viento atravesó a la mujer sin hacerla un rasguño, y un escalofrío recorrió el pequeño cuerpo de la bruja. Un viento huracanado se levantó del suelo, y Fayna, formando un escudo a su alrededor, gritó:

- ¡¿Quién eres tú?!

Fayna -empezó a decir Viento- despierta

- Soy la Dama del Cuervo, y hace tiempo que perecí en fuego por una traición, llevaba en mi vientre algo que no me pertenecía -contestó el ente.

- Viento, ¿dónde me has traído? ¿Estoy dormida? -preguntaba Fayna haciendo caso omiso a la historia que la figura tenía que contarle. 

- Fayna, despierta, no quiero perderte -continuaba diciendo Viento mientras hacía de escudo entre las dos mujeres. 

La Dama del Cuervo soltó una pequeña risotada, y entre sollozos dijo:

- ¿Alguna vez te has preguntado quién era en realidad tu madre? Estás obsesionada con lo que fue tu padre, que hace tiempo perdiste atención también a esa pregunta, aunque en realidad, no te has cuestionado lo verdaderamente importante -la dama hizo una pausa y Viento desapareció, dejando a Fayna desprotegida- ¿En realidad Viento es alguien, o nunca ha llegado a existir?

Fayna despertó, y Viento, esperándola a los pies de su cama con aire melancólico, envolvió la habitación en lamentos.

Comentarios

  1. Hola, me ha parecido tan interesante tu blog que te he nominado en un concurso que ni es concurso ni es nada, pero te da publi y creo que te lo mereces. Aquí más info. Esto no es spam, créeme...:

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    Benji :P

    PD: El cuervo no es mi dama, pero verdaderamente merece la pena atraerlo.

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