21/04/15

Palabras medidas en agraciadas dádivas,
flores de papel deshojadas en negro.
Ojalá el reflejo del mar estuviera en raso,
de obligación conforme mi pisar en charcos.

Ahí está como vaticinó el sabio,
las campanas tañen golpeando lentamente el sol.
¿Es la hora del castigo eterno?
No lo dudo, ahí viene la sotana construida en ababol.

Acabadas las alabanzas, 
vuelve la madera al lugar de origen.
Así terminando con todo,
su alma vuela del cemento...


Por fin es una mujer libre. 

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