A los anónimos poetas

La escritura obsesión de pocos y desprecio de muchos. Si supierais el trabajo que hay detrás de cada frase, de cada palabra escrita, de cada pensamiento poético, entenderíais la frustración de los versos corrompidos.

Esto se lo dedico a los anónimos poetas, a los que callan y dicen todo con una frase, a los que sin darte cuenta con tus palabras te embelesan. Anónimos poetas, que caminan al lado de los demás, que se avergüenzan de las tristes frases compuestas en una noche de terror y ansiedad.

No todos podemos ser poetas. No solo vale tener un don y trabajar en lo propuesto. Los poetas son personas diferentes y desde hace tiempo lo sabemos. Son capaces de sentir la caída de una hoja, de tocar las nubes, de oír las gotas de lluvia depositarse suavemente en una flor, de aspirar el verdadero aroma del bosque, de vivir en una penosa vida pero en sueño.

A esos anónimos poetas que cada noche se desvelan buscando en los versos el consuelo. Ahora os desprecian pero os admirarán luego.  Te miran, raros sois. No entienden vuestros pensamientos, vuestros ideales y vuestros comportamientos. ¿pero quién es el raro en si? ¿El que acepta lo qué es o el qué desea ser lo que nunca podrá alcanzar si no muere por dentro?

No os preocupéis melancólicos poetas, no desesperéis en vuestro esmero. Limpiar vuestras lágrimas y crear de ellas versos, recordad que ahora os desprecian pero os admirarán luego.

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