Gilipollas

Había abierto la ventana del baño, sí, esa ventana tan mal diseñada que daba a un patio antiguo y oscuro que la entristecía cada vez que ponía a tender su ropa desde la cocina. Desconocía porqué los arquitectos construían a veces ventanas en los baños, a lo mejor solo lo hacían en los pisos de familias obreras como señal inequívoca de que allí no había dinero, o simplemente, los arquitectos son artistas malvados que se ceban con los pisos de los demás. 

El caso es que todo lo que estaba haciendo era por el estúpido dinero que no llegaba desde hace meses porque según las empresas los jóvenes no estaban lo suficientemente preparados como para formar parte del mundo laboral. 

La maquinilla temblaba en sus manos, echaba tanto de menos ir a la peluquería, solo quería raparse un lado de su cabeza para ir a la moda, si se teñía el pelo sola, ¿por qué no podría raparse el pelo? ¿No sería más fácil eso que mezclar tantos potingues y echárselos en la cabeza? 

El vientecillo que entraba por su ventana estaba consiguiendo calmar sus ideas, y mientras los nervios y las dudas se iban disipando, empezó a rapar ese lado de su cabeza que había recogido con una goma vieja. 

Al principio todo estaba yendo genial, pero el título de este relato nos indica que precisamente el corte no va a quedar perfecto… En fin, un estornudo consiguió lo que queríamos, se pasó de su recorrido y le quedo una linda calva que decoraba ese lado izquierdo que iba a conseguir que fuese a la moda. 

El airecillo que le había acariciado y calmado antes del desastre trajo con él un grito ronco de burla que llenó su baño de vergüenza: 

-¡Gilipollaaaaas! 

Su vecino Jacinto, el anciano del piso de frente, se había asomado a la ventana de su baño a fumar y había presenciado el cambio de look que tan poco le favorecía a nuestra querida protagonista. Mientras Jacinto se reía, la joven “moderna” cerró la ventana de un golpe y se puso a llorar. “¡Putas peluquerías!”, gritó nuestra desempleada mientras caminaba hacia la cocina a hacerse el café rutinario.

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