M-A-R-I-P-O-S-A-S

-¿Te encuentras bien?

+Sí tranquila, estoy oyendo cosas que no son, solo eso.

-¿Cosas qué no son?

+Sí, cuando te miro suenan tambores en mi cabeza. ¿Tú crees qué me estoy enamorando de ti?

-Pero, ¡eso es imposible! Si te estuvieras enamorando de mí lo que sentirías son mariposas en el estómago, no oirías tambores molestando tus oídos, así que tranquilo, disfruta del paseo.

+A mí no me molestan, en realidad se me presentan muy dulces, además, hacen el camino mucho más ameno. Sí, debe ser eso, me estoy enamorando de ti. ¡Pero no pongas esa cara!, ¡ni qué hubieras visto un fantasma!

-¿¡Pero cómo te atreves a hablar de eso!? ¡Estás loco!

+¿¡De qué!?

-Del amor.

+Ni que fuera un delito.

-Será mejor cambiar de tema...

+¿Te preocupa qué te ataquen también los tambores?

-¡Son mariposas! ¡M-A-R-I-P-O-S-A-S!

+Pues lo siento, no puedo quererte como tú querrías que te quisiera.... ¡Claro! ¡Por eso muchas relaciones no suelen funcionar! ¿¡Quién juntaría en una misma sala a unos tambores y a unas mariposas!?

-¿Cómo? Creo que debes tener fiebre o algo.

+¿Fiebre? Claro, supongo que no lo entiendes.

-¿Qué debería entender?

+Que hay distintas formas de amar y yo no puedo responder a tu petición: yo amo con tambores, no con mariposas.

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